Adjetivos en la batalla de Don Quijote contra los gigantes que no eran gigantes, sino molinos de viento.

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© José Hernández

  

Lee el texto que te presentamos a continuación, pertenece a uno de los episodios más célebres de la más famosa novela caballeresca hispánica: Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
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   amigo      cobardes      cubierto      desaforados      desigual      gigantes      largos      mejor      muy maltrecho      primero      tan mala      tan puesto      viles      volteadas  

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

—La ventura va guiando nuestras cosas de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar simiente de sobre la faz de la tierra.

—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.

—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos , que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, del viento, hacen andar la piedra del molino.—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son ; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y batalla.Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer . Pero él iba en que eran gigantes , que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:—Non fuyades, y criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:

—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.