5.1 Orígenes

El proceso de desarrollo lingüístico del castellano va directamente ligado con el desarrollo histórico de la Península Ibérica. Introducción Antes de la llegada de los romanos (siglo III a.C.), en la península Ibérica se hablaban diversas lenguas, que, con la sola excepción del vasco, fueron paulatinamente sustituidas por el latín. Durante siglos, el latín se mantuvo como la lengua hablada en la mayor parte de la Península.
EL LATÍN PENINSULAR. En el latín que se extendió por la península ibérica con la llegada de los romanos, se podían distinguir dos tipos:
- Latín vulgar. Propio de la comunicación oral; con él se comunicaba el pueblo e, incluso, la clase alta en sus conversaciones privadas. De este latín proceden todas las lenguas románicas habladas en España.
- Latín culto. Estaba casi limitado a su uso como lengua escrita.
Ya en el siglo VIII, la invasión árabe provocó la creación de distintos reinos en el norte de la Península, cuyo aislamiento contribuyó a incrementar las diferencias existentes en el latín hablado en cada zona.
EL MOZÁRABE. Lengua romance que hablaban los cristianos en las tierras ocupadas por los árabes. Conocemos algunas de sus características a través de los textos árabes y de algunos textos literarios como las jarchas: primeros textos de nuestra lírica en forma de poemas populares.
El aumento de esas diferencias produjo con el tiempo una fragmentación lingüística: lo que había sido una lengua única (el latín) dio origen al gallego-portugués, el astur-leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán. A esas cinco variedades de origen románico se sumaba el vasco, único vestigio de las lenguas prerromanas peninsulares.